sábado, 29 de enero de 2022

Del concepto de calidad a calidad en el laboratorio clínico

 

Residente de Primer año de bacteriología Clinica: Omar Montiel

 


 

Con el transcurrir del tiempo el concepto de la calidad ha sufrido muchos cambios, teniendo que hacerlo, ya que la calidad lleva implícitos aspectos, entre los cuales está la evolución conceptual para poder mejorar en cada paso que ésta da hacia el futuro, de este modo podemos decir que la calidad ha estado en el mundo desde siempre, incluso en el hombre primitivo hubo muchos pensamientos de calidad que éste pudo materializar, por ejemplo: la fabricación de lanzas que pudieran atravesar los músculos de mamíferos de gran tamaño y poder proveerse a sí mismo y brindar a sus semejantes carne fresca de calidad; en la edad media el artesano se esmeraba por vender algo exclusivo, muy trabajado y con características que alcanzaban y en ocasiones que superaban las expectativas de los clientes, sin embargo a finales del siglo XIX con la llegada de la era industrial la calidad sufre un déficit, puesto que se producían productos en masa sin importar su calidad, teniendo como finalidad satisfacer gran demanda de bienes y obtener beneficios de ello; durante la segunda guerra mundial a finales de ese mismo siglo, aparece la teoría sobre la administración científica, cuyo pionero fue Frederick Winslow Taylor, en esta teoría se determinaba que las actividades de la planeación y ejecución del trabajo debían estar totalmente separadas para así aumentar la producción; como era de esperarse aplicando este esquema hubo un déficit en la calidad de los productos, porque al carecer de inspección por parte de los operarios el error humano aumentó. De este modo fue como surgió la inspección, la cual estaba centralizada en un empleado, el cual determinaba si los productos eran aptos o no para el cliente, generándose así el organigrama empresarial. Es así como se inicia la primera etapa del desarrollo de la calidad, conocida como “control de la calidad por inspección”. A partir de esta etapa se comenzó a hacer formal el concepto de la calidad, puesto que se podía establecer si un producto tenía calidad o carecía de ella.

En el año 1924 Walter Shewhart es quien da inicio oficial a la era del control estadístico de la calidad, al poder controlar las variables de los productos gracias a la creación de una gráfica estadística, la cual podía aplicar de manera eficiente para aumentar la productividad y disminuir los errores. El control estadístico abrió las puertas a muchos estudios para elevar la calidad, conduciendo a norteamericanos a liderar la segunda etapa del desarrollo de la calidad, mejor conocida como “aseguramiento de la calidad”, asentando sus bases en la creación de las primeras normas de la calidad en el mundo (Normas ZI), las cuales se fundamentaban en el concepto del aseguramiento de la calidad.

El periodo comprendido entre el final de la segunda guerra mundial y finales de la década de los setenta, fue una etapa que aportó muchos fundamentos teóricos y conceptuales de la calidad que hoy conocemos, gracias a los aportes de William Edward Deming al impartir conferencias sobre el control estadístico de la calidad y sobre el modelo administrativo para el manejo de la calidad, llevando a Japón el ciclo PHVA (Planificar, Hacer, Verificar y Actuar). También Joseph M. Juran quien visitó por primera vez Japón en 1954 y contribuyó al enfatizar cuán importante era el compromiso del área gerencial para lograr la calidad (modelo que más tarde sería adoptado alrededor del mundo), otra personalidad muy importante debido a sus aportes fue Armand V. Feigenbaum, quien creó el concepto de gestión de la calidad y también Kaoru Ishikawa, quien constituyó los primeros círculos de control de la calidad en Japón con el fin de mejorar la calidad de sus productos, obteniendo como primer resultado de esta implantación, que los empleados aprendieran y aplicaran técnicas estadísticas sencillas. Posteriormente a todos estos hechos se genera una nueva etapa en el desarrollo de la calidad, la cual se conoce como “proceso de la calidad total”, la cual se caracteriza por el alcance de la calidad al que se quiere llegar en todos los aspectos, pudiendo conseguirlo con la participación de todo el personal de una empresa, incluidas las áreas de finanzas, mantenimiento, administración, manufactura y servicios.

Actualmente la calidad se encuentra en la cuarta etapa y esta se conoce como “mejora continua de la calidad”, en ella principalmente el mercado se globaliza y la competencia empresarial se agudiza, es importante mencionar que hasta este punto la empresa ha desarrollado y adiestrado al factor humano para que sea capaz de trabajar en equipo y dé solución a los problemas que se le presenten, teniendo en cuenta que en un mercado globalizado las empresas asumen el reto de producir y vender productos de alta calidad al mejor costo posible.

De esta manera ha sido posible llevar la calidad a cualquier rincón del mundo, aplicarla y controlarla en todas las áreas que el ser humano se encarga de estudiar; en el laboratorio clínico podemos realizar control de la calidad usando material de control, el cual nos permite hacer determinaciones analíticas en un tiempo determinado, haciendo permisibles los ajustes o permanencias de las calibraciones para los distintos analitos, esto lo conseguimos a través del análisis de la gráfica de Levey-Jennings, que recibe el nombre en honor a S. Levey y E. R. Jennings, quienes sugieren la utilización de los gráficos de Shewhart en el laboratorio de análisis clínico, permitiéndonos inspeccionar y detectar aumento en los errores aleatorios asociados y desplazamientos o tendencias que se asocian a errores sistemáticos en las calibraciones. Sobre estas gráficas se pueden aplicar las reglas de Westgard para determinar cuáles de los resultados obtenidos en cada corrida analítica sobre la que se ha realizado control pueden ser informados, o si deben ser corridos nuevamente luego de aplicar las medidas correctivas pertinentes, de esta manera hacemos uso de métodos gráficos y estadísticos para controlar la calidad. En el mismo orden de ideas, compartiendo los mismos criterios en cuanto a calidad se refiere, un laboratorio microbiológico, en el cual se trabaja con muestras biológicas (al igual que en un laboratorio de análisis clínico de rutina o especial), debe cerciorarse de cumplir buenas prácticas en el aislamiento, identificación y caracterización de microorganismo causantes de infecciones, así como el reporte de un antibiograma adecuado que sirva como guía de la antibioticoterapia correcta, lo cual se logra haciendo inspección diaria de los medios de cultivo, reactivos e instrumentos, así como también controlando una serie de factores a través del monitoreo de los procedimientos realizados que permiten detectar errores en la ejecución de técnicas, siempre haciendo énfasis en la capacitación permanente del personal. El laboratorio de microbiología deberá contar con cepas control ATCC, que permitan como su nombre lo indica controlar que los medios de cultivo, reactivos, colorantes y antibióticos conserven la calidad que permite emitir un resultado real, representativo del proceso infeccioso que padece el paciente; en el caso de los equipos, éstos deben estar respaldados por un programa de control de calidad y de mantenimiento preventivo y correctivo, basados en las instrucciones del fabricante y los procedimientos establecidos, por su parte el personal como factor más importante en la calidad del trabajo que se refleja en los laboratorios en general, debe estar capacitado académicamente, además de tener la disposición de actualizarse constantemente.

En este sentido podemos decir que la calidad es muy versátil y la podemos aplicar en todo. En el laboratorio clínico bien sea rutinario, microbiológico o especial, la usamos para detectar, reducir y corregir posibles problemas que se nos presentan internamente, dicho en otras palabras nos permite controlar, ser veraces y con ello elevar la calidad de los resultados que se le reportan a los pacientes, para que el médico pueda tomar decisiones correctas que le permitan hacer diagnóstico, pronóstico y establecer, continuar o dar término a tratamientos.

 

Referencias bibliográficas

 

1. Cubillos Rodríguez, M. C., y Rozo Rodríguez, D. (2009). El concepto de la calidad: Historia, evolución e importancia para la competitividad. Revista de la Universidad de la Salle, (48), 80-99.

 

2. Herrera, M. L. y Campos M. (2005). Control de la calidad para un laboratorio de microbiología. Revista Médica del Hospital Nacional de Niños, (40), 9-15.

 

3.  Tietz, N. W. (1987). Fundamentos de química clínica. 3era  edición. Compañía Saunder, W. B.

4. Westgard, J. O. Barry P. L. y Hunt M. R. (1981). Un gráfico de Shewhart de las múltiples reglas para el control de calidad en química clínica. Química Clínica (27), 493-501.

sábado, 4 de septiembre de 2021

 

República Bolivariana de Venezuela

Ministerio del Poder Popular para la Educación

Hospital Vargas de Caracas

Postgrado de Bacteriología Clínica

Asignatura: Bacteriología clínica II

 

Keilyn H Suarez I

Residente 2do año Postgrado de Bacteriología clínica

Agosto; 2021

 

ANÁLISIS MOLECULAR DE AISLADOS DEL COMPLEJO Mycobacterium abscessus EMPLEANDO LA TÉCNICA MIRU-VNTR EN BROTES DE PIEL Y TEJIDOS BLANDOS POSTERIOR A TRATAMIENTOS COSMÉTICOS EN VENEZUELA

 

En el ámbito mundial la salud tiende a adquirir mayor relevancia, motivado en gran parte por el avance vertiginoso de la ciencia y sus aplicaciones, así como el acelerado desarrollo de las tecnologías, permitiendo que emerjan nuevos adelantos científicos que juegan un importante papel en los ámbitos político, económico, social, cultural y sobre todo médico, logrando innovar los sistemas, productos, procesos, bienes y servicios, en especial tecnología médica entre otros.

Por consiguiente, una de las preocupaciones más importante para el ser humano es el cuidado de su organismo y calidad de vida, por lo que el medio social forma al individuo y lo hace apto para desarrollarse en sus capacidades logrando reproducirse, renovarse, consolidarse hasta lograr desarrollar su ciclo de vida; para ello se deberá buscar nuevas alternativas para la prevención y protección de la salud.

En este sentido la Organización Mundial de la Salud, expresa que “la salud es un estado completo de bienestar físico, mental y social, y no solamente la ausencia de afecciones o enfermedades” (OMS., 2016). En síntesis, la OMS se refiere a la salud como una condición del hombre que abarca su estado físico, mental y social para ayudar a mantener el equilibrio del individuo; en el que influyen diferentes factores que intervienen en la calidad de vida.

Pero existen diversas patologías que pueden afectar el estado de salud afectando la calidad de vida, tal es el caso de las microbacterias no tuberculosas MNT mediadas por múltiples factores y condiciones como el complejo Mycobacterium abscessus (MABC) distribuido de forma amplia en la naturaleza, siendo el ambiente el reservorio más importante y la fuente principal de infección para el hombre (Molina et al., 2018).

Las infecciones causadas por las Complejo M. abscessus (MABC) se han vuelto un problema de salud pública a nivel mundial, siendo una de las especies clínicamente más relevantes entre las micobacterias no tuberculosas (MNT), conocido como patógeno humano oportunista cuya incidencia ha aumentado durante los últimos años (Llerena et al., 2017).

Este patógeno fue aislado por primera vez en 1952, considerada como una nueva especie de MNT sometida a cambios de nomenclatura varias veces. (Lopeman et al., 2019). En 1972 fue designado como M. Chelonae subespecie abscessus, pero en 1992 gracias a la hibridación del ADN, fue reconocido como una especie independiente (Lee et al, 2015; Lopeman et al., 2019).

Luego en 2006, dos nuevas especies M. massiliense y M. bolletii fueron descritas siendo estrechamente relacionadas con M. abscessus basadas en la secuencia del gen rpoB (Tortoli et al., 2016). Sin embargo, dado que los tres tienen más del 70% de relación (basado en la hibridación ADN-ADN), M. massiliense, M. bolletii y M. abscessus se presentaron como subespecies y las combinaciones de las tres subespecies se conocieron como complejo de M. abscessus (MABC) (Tortoli et al., 2016).

Son bacilos ácido-resistentes (BAAR, denominación dada por la reacción a la tinción de Zielh-Neelsen), aerobios obligados, inmóviles, no esporulados, crecen en un rango de temperatura que oscila entre 28 y 35°C, no producen pigmentos de acuerdo con la clasificación de Runyon (Ramírez et al., 2017).

 

 

 

 

En referencia a la patogenicidad y virulencia se caracteriza por poseer genes de virulencia que codifican enzimas lisosomales proteolíticas que intervienen en varias rutas de síntesis de lípidos, proteínas de la superficie celular, proteínas reguladoras y proteínas de los sistemas de transducción de señales. Otro grupo de relevancia son los genes implicados en la supervivencia micobacteriana dentro del microambiente agresivo de los macrófagos del huésped, además de otorgarles la capacidad para sobrevivir en ausencia de nutrientes, crecer en un margen amplio de temperaturas, formar biopelículas, resistir a la acción de los desinfectantes clorados y al glutaraldehído, haciendo que la exposición sea extremadamente común (Somoskovi., 2014; Halstrom et al., 2015; Loret & Dumoutier., 2019).

No hay evidencia sustancial de transmisión de persona a persona o transmisión directa de animales, pero los casos de infección que ocurren en el mismo lugar sugieren una fuente común (Bryant et al., 2013; Howard., 2013; Somoskovi., 2014). Inicialmente infecciones por el complejo M. abscessus fueron reconocidas en pacientes inmunocomprometidos, mostrando mayor afinidad por el aparato respiratorio, causando infecciones pulmonares. (Molina et al., 2018).

Si bien estos datos continúan siendo inciertos al tratarse de enfermedades que no son de declaración obligatoria, por lo tanto, no se dispone actualmente de datos precisos, sin embargo, en los últimos años se ha observado una reducción de las micobacteriosis en pacientes infectados por VIH, respecto a las nuevas manifestaciones en individuos con inmunosupresión iatrogénica subyacente (trasplantados, cáncer, enfermedades crónicas pulmonares, entre otras) (Tortoli et al., 2016).

Por otra parte, es oportuno destacar la frecuencia de aislamientos del complejo M. abscessus, reportado en pacientes inmunocompetentes en relación con procedimientos quirúrgicos o estéticos (mesoterapias, acupuntura, tatuajes, liposucción, implantes mamarios, uso de quemadores de grasa como L-Carnitina, uso de catéteres intravenosos, entre otros). (Rivera-Olivero et al., 2006; Alcaide et al., 2010). Las infecciones cutáneas y de tejidos blandos presentan patologías variables que pueden incluir abscesos subcutáneos piógenos con una reacción inflamatoria aguda, nódulos eritematosos violáceos, dermatitis, celulitis, foliculitis, úlceras y reacción inflamatoria crónica con formación de fístulas. Es característico de estas infecciones el inicio tardío de la sintomatología, entre 2 a 14 semanas, posterior al antecedente de inoculación (Wu et al., 2016). Esto amerita mayor atención y estado de alerta por parte de los profesionales de la salud, siendo necesario conocer a estos agentes patógenos para así generar un diagnóstico certero a partir de una sospecha clínica fundamentada e iniciar la terapia con las recomendaciones oportunas. (García et al., 2010).

El complejo M. abscessus posee un arsenal genético que le permite potenciar su capacidad de supervivencia, adaptación, patogenicidad y resistencia a los antibióticos. Las actualizaciones diagnósticas sugieren que el cultivo en medio Löwenstein-Jensen es obligatorio en todos los casos para el diagnóstico además del análisis exhaustivo de frotis directo de la muestra o colonia utilizando las tinciones convencionales como Ziehl-Neelsen (Cortes et al., 2010).

Sin embargo, en los últimos años, ha habido considerables avances sobre las bases moleculares estableciendo a los métodos moleculares como el estándar de oro para la identificación (Jones et al., 2019), además de la necesidad de identificar correctamente cada microorganismo aislado y realizar los estudios a las especies que constituyen el blanco ideal para estudios biológicos y clínicos, así como de evolución genética en MNT (Dayaldasani et al., 2016; Cabello-Vílchez & Núñez-Ato., 2018).

La tipificación molecular es una poderosa herramienta de salud pública para el estudio de la epidemiología de las enfermedades y la evaluación en relación con una cepa y su dinámica de transmisión. En el entorno hospitalario, es invaluable para la investigación de brotes o pseudo-brotes y pueden proporcionar asistencia tanto para el manejo clínico como para la distinción de recaídas desde el punto de vista infeccioso. (Rubio., 2019).

Los métodos comúnmente utilizados son la electroforesis en gel de campo pulsado PFGE (por sus siglas en ingles Pulsed-field gel electrophoresis), la secuenciación multilocus y los métodos basados en secuencias de minisatélites VNTR (por sus siglas en ingles Number of Tandem Repeats que significan número variable de repeticiones tándem) (Somoskovi., 2014). Hasta la fecha, no se ha establecido una técnica de tipificación molecular totalmente satisfactoria para el complejo M. abscessus, solo se ha empleado la tipificación de VNTR en la toma de huellas moleculares del complejo.

Sin embargo, el ensayo VNTR puede llenar este vacío, por poseer un buen poder discriminatorio, requerir PCR estándar, instalaciones de electroforesis en gel y poder expresar los resultados en una secuencia numérica que representa el número de repeticiones en cada locus haciendo que el VNTR sea fácil de exportar y lograr la construcción de bases de datos globales asequibles y disponibles. Todo esto con el objetivo común de hacer un llamado para la implementación de estrictos protocolos de higiene y desinfección en los procedimientos cosméticos utilizados en Venezuela y en el mundo.

Por otra parte, las actualizaciones terapéuticas sugieren que se requieren pruebas antimicrobianas in vitro, mientras que las guías del Instituto de Laboratorio Clínicos y estándares CLSI  (por sus siglas en ingles Clinical and Laboratory Standards Institute) recomiendan el método de concentración mínima inhibitoria (CMI) utilizando un panel de 10 antimicrobianos: amikacina, cefoxitina, claritromicina, ciprofloxacina, doxiciclina, imipenem, linezolid, moxifloxacina, trimetoprima-sulfametoxazol y tobramicina. Además de una incubación de 14 días para descartar resistencia inducible para macrólidos (Somoskovi, 2014Jones et al., 2019). (Koh et al., 2014).

El modelo de belleza o figura ideal impuesto por la sociedad ha ocasionado que cada día aumente el número de personas que se someten a procedimientos quirúrgicos o estéticos (mesoterapias, acupuntura, tatuajes, liposucción, implantes mamarios, uso de quemadores de grasa como L-Carnitina, uso de catéteres intravenosos, entre otros) de manera descontrolada en los últimos años, ya que la practica principalmente de personal no cualificado.

Al investigar la fuente de infección se han encontrado que ninguno de los productos evaluados posee permiso sanitario. Además, la gran mayoría no poseen número de lote y/o fecha de elaboración y vencimiento, lo que subraya el deficiente control sanitario de estas sustancias. Por otro lado, el aislamiento del complejo M. abscessus de productos usados en pacientes que han formado parte de varios brotes entre los años (2018-2021) en diversos Estados del país (Distrito capital, Miranda, Aragua, La Guaira, Zulia) hace sospechar que dichos productos fueron la fuente de infección en esos brotes.

 

Finalmente, La relación se podrá confirmar mediante técnicas de tipiaje molecular a través del método MIRU-VNTR (Mycobacterial Interspersed Repetitive Units - Variable Number of Tandem Repeats), el cual consiste en la genotipificación basada en números variables de repeticiones en tándem (VNTRs) de diferentes clases de elementos genéticos intercalados llamados unidades repetitivas intercaladas micobacterianas (MIRUs), siendo número de repeticiones existentes en un determinado locus se utiliza para determinar el alelo de un locus, el resultado se expresara en una secuencia numérica que representa el número de repeticiones en cada locus haciendo que el MIRU-VNTR sea fácilmente exportable permitiendo la construcción de bases de datos globales además de ser capaz de encontrar agrupaciones de cepas de complejo M. abscessus sin ninguna conexión epidemiológica.

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

REFERENCIAS BIBLIOGRÁFICAS

 

 

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Bryant, J. M., Grogono, D. M., Greaves, D., Foweraker, J., Roddick, I., Inns, T. (2013). Whole-Genome Sequencing to Identify Transmission of Mycobacterium Abscessus Between Patients with Cystic Fi Brosis: A Retrospective Cohort Study. Lancet 381, 1551–1560.

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Choi H., Kim S.-Y., Kim D. H., Huh H. J., Ki C.-S., Lee N. Y., et al.  (2017). Características clínicas y resultados del tratamiento de pacientes con enfermedad pulmonar por Mycobacterium abscessus adquirida resistente a los macrólidos. Antimicrob. Agentes Chemother. 61 (10), 1–10. 10.1128/AAC.01146-17 [ Artículo gratuito dePMC] [PubMed] [CrossRef] [ GoogleScholar]

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Rubio, M. (2019). Taxonomía, bases de la resistencia y epidemiologia molecular del complejo Mycobacterium abscessus. Departamento de genética y microbiologia de la facultad de biociencias de la Universidad Autónoma de Barcelona.

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Caracterización fenotípica de la resistencia antimicrobiana y detección de biopelículas en cepas de Pseudomonas aeruginosa aisladas en el Hospital Vargas de Caracas-Venezuela.

 

Autor: Bacteriólogo Mairim B Camacaro E.

 

 

Pseudomonas aeruginosa ocupa un lugar preponderante en la lista de microorganismos con más responsabilidad en infecciones intrahospitalarias según la sociedad americana de enfermedades infecciosas; es una bacteria con gran capacidad de multirresistencia y de versatilidad metabólica que le permite una excelente adaptación en ambientes hostiles entre los que destaca la producción de biofilm, acarreando un aumento de la morbimortalidad, sumado al diagnóstico erróneo por el desconocimiento de sus patrones fenotípicos de resistencia que repercute en una mala interpretación de los antibiogramas por el método de difusión en disco.

Es un bacilo gramnegativo, no fermentador, que no forma parte de la microbiota normal del ser humano, pero puede encontrarse como colonizante de las zonas corporales húmedas (axilas, conducto auditivo, región perianal y mucosas). Es uno de los principales patógenos que causan infecciones asociadas a la atención en salud (IAAS), afectando particularmente a pacientes inmunocomprometidos (pacientes con dispositivos invasivos, post-quirúrgicos, hemato-oncológicos, neutropénicos, con quemaduras graves, etc.) (1).

Describiéndolo como un microorganismo altamente versátil, capaz de tolerar condiciones bajas de oxígeno. Puede sobrevivir con bajos niveles de nutrientes y crecer en rangos de temperatura de 4 a 42°C. Estas características le permiten adherirse, sobrevivir en equipos médicos y en otras superficies hospitalarias (2).

Se le considera la quinta causa más frecuente en las infecciones en general a nivel mundial, la segunda causa de neumonía intrahospitalaria, la tercera causa de infecciones urinarias, el cuarto agente causal de infecciones de sitio quirúrgico y el séptimo responsable de sepsis (3).

La patogénesis de la infección causada por P. aeruginosa ocurre en tres etapas: La primera es la adhesión bacteriana y colonización, la segunda etapa es invasión local, y por último la diseminación e infección sistémica. Tras el establecimiento de la infección, secreta exotoxinas del tipo A y S juntamente con enzimas hidrolíticas, compuestos que al entrar en contacto con los tejidos degradan las membranas celulares y las destruyen progresivamente con el objetivo de facilitar su diseminación, la invasión tisular y la necrosis (1).

La infección comienza con alguna alteración de los mecanismos de defensa del huésped; esto puede involucrar la disrupción en la integridad de barreras físicas como catéteres urinarios, catéteres intravenosos, quemaduras extensas de piel o tubos endotraqueales que facilitan la colonización bacteriana (4).

Dicho microorganismo posee una elevada resistencia natural a una gran variedad de antimicrobianos, además de una extraordinaria habilidad de adquirir y sintetizar nuevos mecanismos de resistencias. Entre los factores que intervienen, en el mecanismo de resistencia natural de P. aeruginosa, se encuentran la escasa permeabilidad de la membrana externa, la presencia de bombas de expulsión, la modificación del sitio de unión al antibiótico, la modificación de rutas metabólicas internas y la producción de enzimas como las betalactamasas de espectro extendido, serinocarbapenemasas y metalobetalactamasas (5).

Asimismo; tiene la propiedad de subsistir en superficies inertes y producir biopelículas. Esta característica permite su supervivencia en ambientes propios del ambiente clínico, creciendo en medios de cultivo habituales, pues sus requerimientos nutritivos son pocos (6). Las biopelículas dan lugar a coinfecciones crónicas y más resistentes, debido posiblemente a una competición y selección de bacterias resistentes en dicho microambiente. Por ejemplo, los organismos regulan al alza la síntesis de β-lactamasa en respuesta a la exposición a antibióticos, y estas enzimas pueden acumularse en la matriz de la biopelícula, desactivando los antibióticos en las capas superficiales del biofilms, antes de que puedan difundirse en el sustrato (7). 

      En base a la creciente y acelerada resistencia a antimicrobianos por parte de P. aeruginosa; se crean criterios estándares para definir los fenotipos de resistencia con base en una lista de antibióticos comunes y en el uso de las mismas metodologías y puntos de corte, establecidos por consenso entre los países de América Latina que permita describir perfiles de resistencia adquiridos de importancia en salud pública y promover su notificación y monitorización; por la Red Latinoamericana de Vigilancia de la Resistencia a los Antibióticos (ReLAVRA) coordinada por la Organización Panamericana de la Salud.

     Describiéndose a continuación las tres categorías generales, denominadas multirresistencia; MDR: el aislamiento bacteriano es resistente al menos a tres de los grupos de antibióticos; XDR: el aislamiento bacteriano es resistente a todos los grupos de antibióticos excepto a uno o dos de ellos; PDR: el aislamiento bacteriano es resistente a todos los antibióticos (8).

Los mecanismos intrínsecos de resistencia de esta bacteria explican gran parte de la resistencia cruzada a diferentes clases de antibióticos. Son ejemplos, las alteraciones de las proteínas fijadoras de penicilina (PBP), mutación de porinas, mutación de ADN-girasas, bombas de expulsión activa y enzimas β-lactamasas. Por su parte, la resistencia antimicrobiana adquirida, constituye el mayor desafío para el tratamiento de este microorganismo, especialmente cuando se presenta con resistencia simultánea a varias familias de antimicrobianos (2). Un evento de transferencia de genes puede explicar la aparición de fenotipos de resistencia a múltiples antibióticos, gracias a la adquisición de plásmidos que codifican para diversos genes de resistencia (3).

La resistencia bacteriana es un problema de salud pública cada día más trascendental y con alto impacto en los centros hospitalarios (9). Debido a la alta concentración bacteriana y al uso constante de antibióticos, el ambiente hospitalario se convierte un lugar propicio para el surgimiento de la resistencia, tomando en cuenta factores de riesgo de los pacientes hospitalizados, como inmunosupresión, neutropenia y las patologías que cursan con deterioro del sistema inmunológico como cáncer, desnutrición y diabetes (4).

Por otra parte, la resistencia a diversos antibióticos y sustancias con actividad antimicrobiana ha sido asociada con la formación de biopelículas o biofilms, comunidades de microorganismos incluidos en una matriz extracelular que crecen adheridos a una superficie, siendo así menos susceptibles al tratamiento con antimicrobianos, lo que dificulta aún más la erradicación de estas bacterias (10).

        En este sentido, se presenta la necesidad de una revisión y análisis de los

patrones fenotípicos de resistencia en P. aeruginosa los cuales son un problema

mundial a nivel hospitalario que llevan a fracasos terapéuticos al no ser reportados

oportunamente, generándose cepas multi, extremo y pandrogorresistentes (11). Y, además, la caracterización de las cepas como productoras o no de biopelículas, lo cual es necesario para un mejor abordaje terapéutico que incluya antimicrobianos y estrategias orientadas a la eliminación de biofilms en los pacientes  infectados por P. aeruginosa detectados en el centro de salud, si se hace una adecuada identificación del género y la especie bacteriana, y se selecciona un correcto perfil de antibióticos en el antibiograma, es posible inferir a partir del mismo, los mecanismos de resistencia subyacentes en un aislamiento particular. Lo anterior permitirá predecir cuales antibióticos serían los apropiados, optimizando el tratamiento antimicrobiano (4). Que permita realmente erradicar las infecciones, evitando las fallas terapéuticas por tratamientos ineficientes que afectan directamente la salud del paciente, comprometen su vida, y favorecen la propagación y persistencia de estas cepas resistentes a nivel intrahospitalario.

 

 

 

 

 

 

 

Referencias bibliográficas

 

1.- Espinoza, D. y Esparza, G. (2021). Resistencia enzimática en Pseudomonas aeruginosa, aspectos clínicos y de laboratorio.  Ecuador, Colombia. Revista Chilena Infectología. 38(1).

2.- Ochoa, S. López Montiel, F., Escalona, G., Cruz Córdova, A., Dávila, L., López Martinez, B., Jiménez Tapia, Y., Giono, S., Eslava, C., Hernández Castro, R. y Xicohtencatl Cortes, J. (2013). Características patogénicas de cepas de Pseudomonas aeruginosa resistentes a carbapenémicos, asociadas con la formación de biopelículas. México: Boletín Medico Hospital Infantil México, 70(2),138-150.

3.- Paz, V., Mangwani, S., Martínez, A., Álvarez, D., Solano, S. y Vázquez, R. (2019).  Pseudomonas aeruginosa: patogenicidad y resistencia antimicrobiana en la infección urinaria.  México: Revista Chilena Infectologia, 36(2), 180-189.

4.- Gómez, C., Leal Castro, A., Pérez, M. y Navarrete, M. (2005). Mecanismos de resistencia en Pseudomonas aeruginosa: entendiendo a un peligroso enemigo. Colombia: Revista Facultad Medicina Universidad Nacional, 53(1).

5.- Correa, K., Bravo, M., Silva, R. y Montiel, M., (2015). Susceptibilidad a antibióticos de Pseudomonas aeruginosa aislada de agua de consumo humano de la comunidad Santa Rosa de Agua, Maracaibo, estado Zulia. Venezuela Revista Sociedad Venezolana Microbiología, 35(2).  

6.- Arango, J. (2014). Perfil epidemiológico, clínico, fenotípico y genético de Pseudomonas aeruginosa en la Fundación Hospital de la Misericordia durante los años 2013-2014. [Tesis de Especialista en Pediatría, Universidad Nacional De Colombia].

7.- Maurice, N., Bedi, B. y Sadikot, R. (2018). Pseudomonas aeruginosa Biofilms: Host Response and Clinical Implications in Lung Infections. Atlanta: American Journal Respiratory Cell and Molecular Biology, 58(4), 428–439.

 

8.- Pearson, M.  Galas, M.  Corso, A. Hormazábal, J. Duarte, C.  Salgado, N.   Ramón-Pardo, P y  Melano, R. (2019). Consenso latinoamericano para definir, categorizar y notificar patógenos multirresistentes, con resistencia extendida o panresistentes. Revista Panamericana Salud Publica. 43(65).Consenso latinoamericano para definir, categorizar y notificar patógenos multirresistentes, con resistencia extendida o panresistentesConsenso latinoamericano para definir, categorizar y notificar patógenos multirresistentes, con resistencia extendida o panresistentes

Consenso latinoamericano para definir, categorizar y notificar patógenos multirresistentes, con resistencia extendida o panresistentes

 

9.- Castillo, J., Ribas, R., Osorio, L. y Aparicio, G. (2006). Cepas de Pseudomonas aeruginosa de origen hospitalario multirresistentes a 21 antibióticos. México: Bioquimia, 31(2), 41-48.  

 

10.-  Bravo, L. (2018). Resistencia antibiótica en Pseudomonas aeruginosa: situación epidemiológica en España y alternativas de tratamiento. Trabajo fin de grado. Universidad Complutense España.

 

11.- Bolaños, C. y Iannacone, J. (2016). Patrones fenotípicos de resistencia en Pseudomonas aeruginosa de muestras clínicas a nivel de Sudamérica. Perú:  Cátedra Villarreal, 4(1), 73-100.