viernes, 1 de septiembre de 2017


Rol de la microbiota intestinal en la producción de Inmunoglobulina A secretora.
Orialis Millán
Esp en Bacteriología Clínica

Los humanos vivimos en asociación con un amplio número de microorganismos presentes en la piel, la boca, el sistema genitourinario femenino y el tracto gastrointestinal, conocidos y descritos como microbiota humana normal, un concepto que ha evolucionado desde flora comensal hasta microbioma, que se define como la relación entre el huésped y la comunidad microbiana de un sitio anatómico, donde confluye una compleja interacción de factores genéticos, ambientales y metabólicos, los que pueden inducir la expresión o manifestación de una respuesta fisiológica o patológica en el individuo. (1)
El término microbiota hace referencia a la comunidad de microorganismos vivos residentes en un nicho ecológico determinado. El ecosistema microbiano del intestino (microbiota intestinal) incluye especies nativas que colonizan permanentemente el tracto gastrointestinal y una serie variable de microorganismos vivos que se encuentran transitoriamente en el tubo digestivo. (2)
La microbiota intestinal coloniza el intestino desde el nacimiento y permanece allí durante toda la vida del individuo. Tiene un papel esencial en el desarrollo del sistema inmunitario del hospedador, en la estructura y en la función del sistema inmune, protegiendo al huésped frente a la invasión de microorganismos patógenos. (3)
El feto humano se encuentra en un medio estéril mientras permanece en el útero, pero resulta rápidamente colonizado por bacterias durante su paso por el canal de parto (2). Al nacer el intestino estéril del feto es colonizado inmediatamente por microorganismos del medio ambiente. Las bacterias aisladas con mayor frecuencia son Staphylococcus, Streptococcus, Propionibacterium y Corynebacterium. (4)
Un hallazgo constante es que todos los niños son inicialmente colonizados por Escherichia coli y Streptococcus sp., por lo que se ha propuesto que son las responsables de la creación de un ambiente favorable para el establecimiento de los anaerobios de los géneros Bifidobacterium, Bacteroides y Clostridium entre los 4 y 7 días de vida. Después del nacimiento, las bacterias ambientales, orales y cutáneas pueden ser transferidas mecánicamente de la madre al recién nacido por varios mecanismos tales como la succión, los besos y el cuidado materno. En estos niños, la colonización anaerobia es generalmente retardada y la microbiota está compuesta por bacterias microaerofílicas, anaerobios facultativos y bacterias esporuladas (Clostridium) que se encuentran en el medio hospitalario. (4)
La transición hacia la microbiota adulta ocurre con la alimentación complementaria, periodo en el cual también se produce un cambio importante en la capacidad metabólica del intestino (2). En el adulto la distribución de la microbiota bacteriana en las diferentes partes del tracto gastrointestinal depende del pH, el peristaltismo, las propiedades de adhesión bacteriana, la secreción de mucina que contiene inmunoglobulinas (IgA), la disponibilidad de nutrientes, la dieta y el antagonismo bacteriano. (4)
De acuerdo con la actividad metabólica, las bacterias presentes en la microbiota intestinal de los adultos pueden dividirse en tres grupos. (4)
·         Bacterias productoras de ácido láctico: incluyen Bifidobacterium, Lactobacillus, Streptococcus pneumoniae y Enterococcus sp.
·         Bacterias de putrefacción como Clostridium prefringens, Clostridium spp, Bacteroides, Peptococcaceae, Veillonella, Escherichia coli, Staphylococcus sp.,  y Pseudomonas aeruginosa.
·          Otros tipos de microorganismos como Eubacterium, Ruminococcus, Megasphaera, Mitsuokello, C. butyricum y Candida.
Cuando la microbiota intestinal se está desarrollando, la interacción de ésta con el huésped resulta en la evolución de un sistema inmune intestinal único y distinto. Una de las características más sorprendentes del sistema inmunitario intestinal es su capacidad para distinguir entre los antígenos de la microbiota y los de los patógenos. (5)
La microbiota intestinal  juega un papel importante en el desarrollo y maduración del tejido linfoide  asociado al intestino o GALT (del inglés: Gut-Associated Lymphoide Tissue) (3,5). Anatómicamente el GALT se divide en dos compartimentos  en GALT organizado, inductor de la respuesta inmunitaria intestinal constituido por folículos linfoides aislados, folículos linfoides asociados o placas de Peyer y ganglios linfáticos mesentéricos y en GALT difuso, efector de la respuesta inmunitaria integrado por poblaciones de linfocitos dispersas en el entramado epitelial (intraepithelial lymphocytes, IEL) o en la lámina propria intestinal (lamina propria lymphocytes, LPL). Las placas de Peyer están formadas por agregados linfoides macroscópicos situados en la cara antimesentérica de la mucosa intestinal. (6)
En el epitelio de las Placas de Peyer (PP) existen células especializadas (células M) que constituye la vía más conocida de entrada de antígenos. La membrana apical de las células M está diseñada para favorecer la adhesión y captación de antígenos luminales como macromoléculas, partículas adhesivas, virus y bacterias. Una vez efectuada la captación se inicia el proceso de transcitosis en el cual las células M internalizan los antígenos luminales mediante mecanismos de endocitosis o fagocitosis y los transportan a través de sus vesículas hacia la membrana basolateral, donde son liberados al espacio extracelular. (6)
Los enterocitos constituyen una segunda posible vía de entrada de antígenos. Presentan menor accesibilidad que las células M debido a su recubrimiento externo de glicocálix rico en enzimas hidrolíticas, hecho que impide la entrada de agregados macromoleculares y microorganismos. Hoy en día se acepta que los enterocitos no sólo son capaces de captar los antígenos solubles que llegan a la superficie celular, sino también de procesarlos y presentarlos a los linfocitos T. (7)
Por debajo del epitelio de las PP se encuentran abundantes células dendríticas (DC), con capacidad fagocítica, que expresan en su superficie moléculas especiales, denominadas clase II del complejo principal de histocompatibilidad (MHC-II), que las capacita como células presentadoras de antígeno (APC). Una vez que las células dendríticas migran a las PP y a los ganglios linfáticos mesentéricos cargadas de bacterias se da la recombinación de cambio de clase de IgA, donde inducen a las células B para diferenciarse en células plasmáticas productoras de IgA. (8)
Estructuralmente, se distinguen dos isoformas de IgA: monomérica y polimérica. La IgA polimérica (pIgA) es mayoritaria en secreciones mucosas, mientras que en suero predomina la IgA monomérica (mIgA). (8)
La IgA polimérica secretada en la mucosa intestinal está compuesta por dos moléculas de IgA unidas covalentemente a través de sus regiones constantes, y asociadas con una molécula de unión denominada cadena J. Además consta de un componente secretor formado por un segmento del receptor de Ig poliméricas (pIgR). La pIgA es transportada hacia la superficie mucosal mediante transcitosis epitelial. En este proceso, la IgA que contiene la cadena J se une al receptor de Ig poliméricas (pIgR) presente en la membrana basolateral de las células epiteliales. El complejo IgA pIgR es internalizado y transportado mediante vesículas a la membrana apical de la célula epitelial para ser liberado al lumen intestinal. Durante el proceso de liberación, el pIgR se fragmenta y el dominio extracelular, componente secretor, queda unido a la pIgA, confiriendo resistencia frente a proteasas presentes en el lumen intestinal. (9)
La inmunoglobulina IgA secretora (IgAs) se encuentra presente en las secreciones como: saliva, lágrimas, secreciones nasales, bronquiales, intestinales, presentando propiedades biológicas características que le permiten ejercer sus funciones en el ambiente de la mucosa (8). La presencia de IgA en el tracto gastrointestinal es necesaria para la regulación de la comunidad de bacterias que allí residen y su adecuada distribución en cada uno de los segmentos intestinales (2). Además la IgAs sirve como la primera línea de defensa para proteger el epitelio intestinal de toxinas y microorganismos patógenos entéricos, a través de un proceso conocido como exclusión inmune, que se refiere a la capacidad de la IgAs para evitar que los agentes patógenos microbianos y los antígenos tales como las toxinas accedan al epitelio intestinal mediante de una serie escalonada de acontecimientos que implican la aglutinación, el atrapamiento en el moco, y/o aclaramiento mediante peristalsis.(10)
La IgAs es capaz de interferir con los primeros pasos en el proceso de infección en virtud de su capacidad para bloquear toxinas y evitar que los patógenos se adhieran al epitelio intestinal, por reconocimiento directo de los dominios de unión al receptor. Las cadenas laterales de oligosacaridos presentes en la IgAs comparten un alto grado de similitud con las de la cara luminal del epitelio intestinal, por lo que se ha propuesto que la IgA y el componente secretor (libre o unido a IgA) pueden servir eficazmente como inhibidores competitivos de la unión del patógeno a las células hospedador. (10)
La deficiencia de IgAs se asocia comúnmente con un defecto en la maduración de las células B. Así mismo se ha propuesto que  esta deficiencia de IgAs se pueden encontrar en casos en los que la composición de la microbiota intestinal este alterada y esto puede predisponer al  riesgo de desarrollar trastornos gastrointestinales, como enfermedad celiaca, enfermedad inflamatoria del intestino, alergias e infecciones repetitivas que comprometen la mucosa.(3)
Los humanos al nacer producen escasas cantidades de IgA, las cuales se incrementan gradualmente desde los primeros días en la misma medida en que entran en contacto con las diferentes especies microbianas. La vía y forma de nacimiento, el tipo de lactancia y duración de la misma, así como la introducción de la alimentación complementaria, son factores que exponen al niño a diferentes ambientes y en consecuencia a diferentes perfiles microbianos que impactarán fuertemente el inmaduro sistema inmunológico del neonato y la consiguiente expresión de IgA en respuesta a los diferentes estímulos antigénicos. Evidencias experimentales han encontrado, por ejemplo, que Bacteroides (anaerobios obligados Gram negativos) induce una mayor producción de IgA que Lactobacilos (también anaerobios obligados, pero Gram positivos y pertenecientes al filum Firmicutes) (2).

Evidentemente  la IgA no es el único factor involucrado en el mantenimiento de las proporciones adecuadas de comensales y la exclusión de patógenos en el tracto digestivo, pero las evidencias se inclinan hacia un rol preponderante de esta inmunoglobulina en dichas funciones, incluido el hecho de su casi exclusivo predominio en el intestino y la existencia de múltiples vías para su generación. Este balance parece ser función tanto de las concentraciones de IgA producidas en respuesta a determinado estímulo antigénico, como del tipo de ella producido, dependiendo o no de la inducción por las células T. La respuesta de IgA a los comensales es mucho más independiente de las células T que la respuesta a patógenos. De esta forma, la existencia de IgA en las secreciones del intestino depende del efecto que sobre el sistema inmunológico tiene la presencia de determinados tipos de microorganismos.
            La producción de la inmunoglobulina IgA es importante ya que favorece el mantenimiento de las bacterias comensales, así como la neutralización de patógenos invasores a través de múltiples mecanismos. Adicionalmente, la IgAs limita la movilidad microbiana de bacterias patógenas mediante la unión a flagelina. Cabe destacar que la IgAs realiza sus funciones de protección sin necesidad de activar el complemento, impidiendo así el daño inflamatorio a la barrera epitelial. Así mismo la IgA juega un rol muy significativo en la prevención de las enfermedades alérgicas, debido a que se unen a los antígenos que normalmente se ingieren en los alimentos, o entran por vía respiratoria, como polen, polvo y otros, de esta manera al unirse a estos antígenos, bloquean su paso al torrente circulatorio. (11)
                        El  primer problema más importante en la deficiencia de esta inmunoglobulina es  la susceptibilidad a infecciones, tales como, infecciones intestinales, infecciones recurrentes del oído, sinusitis, bronquitis y neumonía, el segundo problema más significativo es la ocurrencia de enfermedades autoinmunes. Algunas de las enfermedades autoinmunes más frecuentes asociadas con la deficiencia de IgA son artritis reumatoide, lupus eritematoso sistémico y púrpura trombocitopénica inmune.(3)
El sistema de IgA es multifacético  y actúa para mantener un ambiente antiinflamatorio, compartimentando las respuestas microbianas en el sistema inmune de la mucosa intestinal e induciendo tolerancia hacia la microbiota intestinal normal.

Referencias bibliográficas

1.      Moro A, Castoldi A, Saraiva N. Intestinal barrier: A gentlemen’s agreement between microbiota and immunity. Rev World JGP. 2014;5(1): 18-32.
2.      Ruiz V, Puig Y, Rodríguez M. Microbiota intestinal, sistemaº inmune y obesidad.Rev Cubana de Investigaciones 2010; 29(3):364-397.
3.      Devlin T. Bioquímica libro de texto con aplicaciones clínicas. 3° ed. España: Reverte, S.A.; 1999.
4.      Ramos A. Influencia de la Escherichia coli no patógena de la flora intestinal en la producción de IgA secretora y su protección frente a la dermatitis atópica en niños en edad preescolar que acuden a la consulta de Dermatología Pediátrica del Instituto de Biomedicina.  Tesis de grado no publicada. Hospital Vargas de Caracas.2015.
5.      Rev. méd. Chile vol.144 no.7 Santiago jul. 2016 http://dx.doi.org/10.4067/S0034-98872016000700013 Artículos de RevisiónRol de la microbiota gastrointestinal en la regulación de la respuesta inmuneThe role of gut microbiota in the regulation of the immune responsePedro Alarcón1,a, Margarita González1,b, Érica Castro2,c,d.

6.      Mowat AM. Anatomical basis of tolerance and immunity to intestinal antigens. Nat Rev Immunol 2003; 3: 331-41
7.      Newberry RD, Lorenz RG. Organizing a mucosal defense. Immunol Rev 2005; 206: 6-21.
8.      Vega López Marco Antonio. Inmunobiología de las mucosas, un nuevo enfoque de la protección y la adaptación al medio de nuestro organismo. Cinvestav 2007: 55-59.  
9.      Ramiro-Puig E, Pérez-Cano F. J, Castellote C, Franch A, Castell M.. El intestino: pieza clave del sistema inmunitario. Rev. esp. enferm. dig. . 2008  100(1): 29-34
10.  Mantis NJ, Rol Nl, Corthés B. Secretory IgA ’ s complex roles in immunity and mucosal homeostasis in the gut.  Rev MucosalImmunology 2011; 4 (6): 603-611.

11.  Alarcón P, Gonzalez M, Castro E. Rol de la microbiota gastrointestinal en la regulación de la respuesta inmune. Rev.Med Chile 2016; 144: 910-916.

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