Aspectos Bioéticos en
la Bacteriología Clínica
Lcdo. Jhoel Armando Perdomo
Lanza.
La bioética etimológicamente
proviene del griego bios y ethos, que significa "ética de la vida", por
lo que se podría decir que es la ética aplicada a la vida humana y no humana,
animales, y la naturaleza (1). Esta rama de la ética que presento su primera
definición en 1971, por van Potter como “el estudio sistemático de la conducta
humana en el área de las ciencias y la salud, en cuanto esa conducta sea
examinada a la luz de los valores y principios morales” (2); en que la misma no
solo se basa en la razón desde el punto de vista profesional, para establecer juicios
morales, sino que abarca diversas redes de pensamiento interdisciplinario, donde
se agrupan diversos individuos , con diferentes especialidades, conformándose
el comité de bioética, que se encarga de reflexionar la problemática, con la
intención de ayudar en la toma de decisiones en aquellos casos de la práctica
institucional que presenten dilemas éticos (3), por esta razón la bioética es
definida también “como una ayuda para la toma de decisiones en los dilemas
éticos que se plantean en las Ciencias de la Salud y la Biología; siendo un dilema
ético la situación que se produce cuando los principios éticos entran en
conflicto”(4).
El pensamiento bioético es de reciente
aplicación, y está basado en todos los aspectos que de alguna u otra manera
puedan de manera directa o indirecta incidir en el desarrollo de alguna
profesión, en especial en el campo de la salud; disciplina a la cual la
bioética debe principalmente su origen (5). Este pensamiento bioético está
basado en 4 principios básicos, que son Autonomía, Beneficencia, No –
Maleficencia, y Justicia; los cuales pueden ser defendidos desde cualquiera de
las corrientes de la filosofía moral, donde se encuentran consecuencialistas
para quienes la correcta acción moral está determinada por la producción de
buenas consecuencias, es decir que el criterio moral del mayor bien para el
mayor número, y la corriente de los deontologistas
para quienes los conceptos de obligación y de justicia son independientes de la
felicidad o del bien que se logre, y toda la acción moral depende de la buena
voluntad, es decir desde la imparcialidad y la universalidad del principio en
el cual se juzga (6).
Desde este punto de vista, el principio de
la Autonomía se basa en el respeto a las personas que impone la obligación de
asegurar las condiciones necesarias para que actúen de forma autónoma, esto
implica responsabilidad y es un derecho irrenunciable, incluso para una persona
enferma, donde el paciente tiene la capacidad para obrar, y facultad de
enjuiciar razonablemente el alcance y el significado de sus actuaciones,
respondiendo por sus consecuencias; pero el mismo puede quedar sin efecto cuando
se dan situaciones en que las personas puedan ser no autónomas o presenten una
autonomía limitada (menores de edad, personas en estado vegetativo o con daño cerebral,
etc.) siendo necesario en tal caso justificar por qué no existe autonomía o por
qué ésta se encuentra limitada; reflejándose esto en el ámbito de la
bacteriología clínica, en el momento de la recepción de la muestra biológicas,
donde existe una interacción con el paciente en la cual se le da información de
la forma más clara y detallada sobre el análisis que se le va a realizar, que
abarcan las medidas que debe tomar antes y después del estudio, y en donde se
tenga como objetivo establecer una conversación basado en comunicación,
confianza, y comprensión, donde el paciente plantea su proyecto de vida, como
persona y no como enfermo, ya que en términos antropológicos no se enferma el
día en que comenzaron sus síntomas sino el día en que por esos síntomas se vio
interrumpido su proyecto de vida; logrando esto, se pueden obtener datos de la clínico
- epidemiológicos, que pueden ayudar de manera satisfactoria en el proceso de
interpretación del cultivo, que ayudara a la recuperación del proceso
infeccioso que atraviesa el paciente (1, 7).
El principio de Beneficencia tiene como obligación
la de actuar en beneficio de otros, promoviendo sus legítimos intereses y
suprimiendo prejuicios; es decir que queda de parte del profesional decidir el
mejor interés del paciente pero sin tener en cuenta la opinión de éste.
Aplicando esto en el campo de la bacteriología clínica, es un reto al cual se enfrenta
día a día este profesional, donde toma decisiones a partir de una pequeña
muestra, basados en una serie de conocimientos teórico - prácticos, que son
potenciados por la experiencia del día a día; y dichos conocimientos deben ser
relacionados con la lógica, donde se interpreta y decide cómo actuar frente a
un crecimiento bacteriano en una placa de Petri que para ese momento, se
convierte en un paciente, un ser humano, que pone en manos del bacteriólogo su
posible padecimiento, que puede traer consigo en el peor de los casos, el
reporte de resultados negativos o positivos erróneos, que pueden afectar la
salud del paciente, por el suministro o no del tratamiento antibiótico adecuado;
con lo cual se infringe una violación al código deontológico del Bioanalista, en
su artículo 8, siendo este código una de las formas que la bioética utiliza
para reflexionar sobre los efectos morales que pudieron ser afectados en una
profesión (7, 8). Por tal razón es difícil defender la primacía de este principio,
pues el bacteriólogo toma decisiones basados en sus conocimientos, y actitudes
humanas, dejando de lado otros principios válidos como la autonomía o la
justicia (7).
Teniendo en cuenta el principio de No –
Mal – Eficencia, el cual consiste en abstenerse intencionadamente de realizar
acciones que puedan causar daño o perjudicar a otros; donde trae consigo una
serie de implicaciones como lo son una formación teórica - práctica rigurosa, y
actualizada permanentemente para dedicarse al ejercicio profesional, así como investigar
sobre tratamientos, procedimientos o terapias nuevas que ayuden a mejorar el
bienestar del paciente. Cabe destacar que el bacteriólogo clínico presenta este
tipo de hechos en su ejercicio profesional, no solo en el diagnostico de los
géneros y especies bacterianas, sino principalmente en el momento de la
aplicación de procedimientos para determinar la susceptibilidad a los
antimicrobianos, que lleva inmerso la selección de los antibióticos a ensayar
de acuerdo a una serie de factores tales como, microorganismo aislado,
procedencia del paciente (Ambulatorio, Hospitalizado), edad, sexo, condición
fisiológica (mujeres embarazadas), inmunidad, y enfermedades de base (diabetes,
cáncer, etc), donde dependiendo de estos se puede incluir antibióticos orales,
intravenosos, intramusculares, de los cuales el bacteriólogo debe estar en
conocimiento de que agregar y que descartar, que solo se logra con la constante
formación por medio de cursos de actualización, Congresos, y publicaciones
periódicas tales como, lectura interpretada del antibiograma de los diferentes
géneros bacterianos, etc; que ayudan a estar actualizado de las características
importantes de las diferentes familias de antibióticos, como la
farmacocinética, y farmacodinamia, espectro acción, y efectos colaterales en
determinados pacientes, así como también de los diferentes mecanismos de
resistencia que pueden afectar a los antibióticos, desde la forma de detección
en una placa de Petri o en equipos automatizados, hasta su interpretación y
reporte, lo cual representa una tarea ardua y continua, ya que la evolución de
las bacterias en este sentido es muy elevado, y el desarrollo de nuevas
opciones terapéuticas son disminuidas, lo que convierte al bacteriólogo clínico
en un profesional que debe llevar la bandera en promulgar el uso racional de
los antimicrobianos, para la preservación de la vida ante posibles infecciones (7).
Otro de los principios en los que se basa
la bioética, es el de Justicia que se basa en
tratar a cada uno como corresponda con la finalidad de disminuir las
situaciones de desigualdad (1, 7). Principalmente las relaciones entre los
pacientes y el bacteriólogo clínico, pueden estar basadas en principios de autonomía,
y beneficencia, pero cuando estos entran en conflicto, a menudo por los escasos
recursos, es el principio de la justicia el que entra en juego para mediar
entre ambos. Esta es una situación muy cotidiana, a la cual el bacteriólogo
clínico se debe enfrentar, en especial a los que trabajan en hospitales
públicos; quedando en sus manos la decisión a que pacientes dar prioridad en
procesamiento de las muestras, ya que todos desde el punto de vista ético, tienen la misma prioridad; por tal razón se presenta
un dilema, y el bacteriólogo debe decidir en base muchas veces, a las
condiciones de los pacientes, hasta el momento de en qué las políticas
sanitarias sean más justas para disminuir las desigualdades (7).
Es de destacar que son muchos los factores
bioéticos que se encuentran dentro de la bacteriología clínica, ya que por ser
una actividad íntimamente relacionada con el diagnostico de infecciones
bacterianas en una gran variedad de pacientes, tiene en si una gran
responsabilidad, que requiere una gran capacidad de reflexión no solo de los
procesos infecciosos, sino de las características de los pacientes que día a
día ponen en sus manos sus esperanzas para su pronta sanación, lo que significa
que más allá de ser un buen profesional, se necesita de un individuo con alta
calidez humana, comprometido con todos los niveles de vida, en sus diversas
manifestaciones.
Referencias
Bibliográficas
1) Maglio F. Revista
Argentina de Cardiología. Julio-Agosto 2001, Vol 69, Nº 4.
2) Bioética. Temas y
perspectivas. Publicación científica N° 527. Organización Panamericana de la
Salud. Washington DC, 1990.
3) Gracia Guillén D.
Ética médica. Madrid, Eudema; 1991.
4) Mainetti JA.
Bioética ilustrada. La Plata, Quirón; 1994.
5) Romero G, Palencia
A, Vargas M, Aular Y. Bioética, una necesidad en la formación del Licenciado en
Química de la Universidad de Carabobo. Revista Educación en Valores.
Universidad de Carabobo. Julio-Diciembre 2007 Vol. 2Nº 8.
6) Testa, M. La
capacitación la enseñanza y la investigación para una política de
reconstrucción nacional en el área salud, Junio 1973, pag. 6.
7) Malfatti, M. Ética
médica. Suplemento del Diario del Mundo Hospitalario. Abril 2005. N° 38.
8) Código de ético y
Deontología del Bioanalista en su Ejercicio Profesional. Venezuela.