sábado, 16 de junio de 2012

Aspectos Bioéticos en la Bacteriología Clínica


Aspectos Bioéticos en la Bacteriología Clínica



Lcdo. Jhoel Armando Perdomo Lanza.

Residente II Posgrado en Bacteriología Clínica

     La bioética etimológicamente proviene del griego bios y ethos, que significa "ética de la vida", por lo que se podría decir que es la ética aplicada a la vida humana y no humana, animales, y la naturaleza (1). Esta rama de la ética que presento su primera definición en 1971, por van Potter como “el estudio sistemático de la conducta humana en el área de las ciencias y la salud, en cuanto esa conducta sea examinada a la luz de los valores y principios morales” (2); en que la misma no solo se basa en la razón desde el punto de vista profesional, para establecer juicios morales, sino que abarca diversas redes de pensamiento interdisciplinario, donde se agrupan diversos individuos , con diferentes especialidades, conformándose el comité de bioética, que se encarga de reflexionar la problemática, con la intención de ayudar en la toma de decisiones en aquellos casos de la práctica institucional que presenten dilemas éticos (3), por esta razón la bioética es definida también “como una ayuda para la toma de decisiones en los dilemas éticos que se plantean en las Ciencias de la Salud y la Biología; siendo un dilema ético la situación que se produce cuando los principios éticos entran en conflicto”(4).

     El pensamiento bioético es de reciente aplicación, y está basado en todos los aspectos que de alguna u otra manera puedan de manera directa o indirecta incidir en el desarrollo de alguna profesión, en especial en el campo de la salud; disciplina a la cual la bioética debe principalmente su origen (5). Este pensamiento bioético está basado en 4 principios básicos, que son Autonomía, Beneficencia, No – Maleficencia, y Justicia; los cuales pueden ser defendidos desde cualquiera de las corrientes de la filosofía moral, donde se encuentran consecuencialistas para quienes la correcta acción moral está determinada por la producción de buenas consecuencias, es decir que el criterio moral del mayor bien para el mayor número, y la corriente  de los deontologistas para quienes los conceptos de obligación y de justicia son independientes de la felicidad o del bien que se logre, y toda la acción moral depende de la buena voluntad, es decir desde la imparcialidad y la universalidad del principio en el cual se juzga (6). 

     Desde este punto de vista, el principio de la Autonomía se basa en el respeto a las personas que impone la obligación de asegurar las condiciones necesarias para que actúen de forma autónoma, esto implica responsabilidad y es un derecho irrenunciable, incluso para una persona enferma, donde el paciente tiene la capacidad para obrar, y facultad de enjuiciar razonablemente el alcance y el significado de sus actuaciones, respondiendo por sus consecuencias; pero el mismo puede quedar sin efecto cuando se dan situaciones en que las personas puedan ser no autónomas o presenten una autonomía limitada (menores de edad, personas en estado vegetativo o con daño cerebral, etc.) siendo necesario en tal caso justificar por qué no existe autonomía o por qué ésta se encuentra limitada; reflejándose esto en el ámbito de la bacteriología clínica, en el momento de la recepción de la muestra biológicas, donde existe una interacción con el paciente en la cual se le da información de la forma más clara y detallada sobre el análisis que se le va a realizar, que abarcan las medidas que debe tomar antes y después del estudio, y en donde se tenga como objetivo establecer una conversación basado en comunicación, confianza, y comprensión, donde el paciente plantea su proyecto de vida, como persona y no como enfermo, ya que en términos antropológicos no se enferma el día en que comenzaron sus síntomas sino el día en que por esos síntomas se vio interrumpido su proyecto de vida; logrando esto, se pueden obtener datos de la clínico - epidemiológicos, que pueden ayudar de manera satisfactoria en el proceso de interpretación del cultivo, que ayudara a la recuperación del proceso infeccioso que atraviesa el paciente (1, 7).

     El principio de Beneficencia tiene como obligación la de actuar en beneficio de otros, promoviendo sus legítimos intereses y suprimiendo prejuicios; es decir que queda de parte del profesional decidir el mejor interés del paciente pero sin tener en cuenta la opinión de éste. Aplicando esto en el campo de la bacteriología clínica, es un reto al cual se enfrenta día a día este profesional, donde toma decisiones a partir de una pequeña muestra, basados en una serie de conocimientos teórico - prácticos, que son potenciados por la experiencia del día a día; y dichos conocimientos deben ser relacionados con la lógica, donde se interpreta y decide cómo actuar frente a un crecimiento bacteriano en una placa de Petri que para ese momento, se convierte en un paciente, un ser humano, que pone en manos del bacteriólogo su posible padecimiento, que puede traer consigo en el peor de los casos, el reporte de resultados negativos o positivos erróneos, que pueden afectar la salud del paciente, por el suministro o no del tratamiento antibiótico adecuado; con lo cual se infringe una violación al código deontológico del Bioanalista, en su artículo 8, siendo este código una de las formas que la bioética utiliza para reflexionar sobre los efectos morales que pudieron ser afectados en una profesión (7, 8). Por tal razón es difícil defender la primacía de este principio, pues el bacteriólogo toma decisiones basados en sus conocimientos, y actitudes humanas, dejando de lado otros principios válidos como la autonomía o la justicia (7).

     Teniendo en cuenta el principio de No – Mal – Eficencia, el cual consiste en abstenerse intencionadamente de realizar acciones que puedan causar daño o perjudicar a otros; donde trae consigo una serie de implicaciones como lo son una formación teórica - práctica rigurosa, y actualizada permanentemente para dedicarse al ejercicio profesional, así como investigar sobre tratamientos, procedimientos o terapias nuevas que ayuden a mejorar el bienestar del paciente. Cabe destacar que el bacteriólogo clínico presenta este tipo de hechos en su ejercicio profesional, no solo en el diagnostico de los géneros y especies bacterianas, sino principalmente en el momento de la aplicación de procedimientos para determinar la susceptibilidad a los antimicrobianos, que lleva inmerso la selección de los antibióticos a ensayar de acuerdo a una serie de factores tales como, microorganismo aislado, procedencia del paciente (Ambulatorio, Hospitalizado), edad, sexo, condición fisiológica (mujeres embarazadas), inmunidad, y enfermedades de base (diabetes, cáncer, etc), donde dependiendo de estos se puede incluir antibióticos orales, intravenosos, intramusculares, de los cuales el bacteriólogo debe estar en conocimiento de que agregar y que descartar, que solo se logra con la constante formación por medio de cursos de actualización, Congresos, y publicaciones periódicas tales como, lectura interpretada del antibiograma de los diferentes géneros bacterianos, etc; que ayudan a estar actualizado de las características importantes de las diferentes familias de antibióticos, como la farmacocinética, y farmacodinamia, espectro acción, y efectos colaterales en determinados pacientes, así como también de los diferentes mecanismos de resistencia que pueden afectar a los antibióticos, desde la forma de detección en una placa de Petri o en equipos automatizados, hasta su interpretación y reporte, lo cual representa una tarea ardua y continua, ya que la evolución de las bacterias en este sentido es muy elevado, y el desarrollo de nuevas opciones terapéuticas son disminuidas, lo que convierte al bacteriólogo clínico en un profesional que debe llevar la bandera en promulgar el uso racional de los antimicrobianos, para la preservación de la vida ante posibles infecciones (7).

     Otro de los principios en los que se basa la bioética, es el de Justicia que se basa en  tratar a cada uno como corresponda con la finalidad de disminuir las situaciones de desigualdad (1, 7). Principalmente las relaciones entre los pacientes y el bacteriólogo clínico, pueden estar basadas en principios de autonomía, y beneficencia, pero cuando estos entran en conflicto, a menudo por los escasos recursos, es el principio de la justicia el que entra en juego para mediar entre ambos. Esta es una situación muy cotidiana, a la cual el bacteriólogo clínico se debe enfrentar, en especial a los que trabajan en hospitales públicos; quedando en sus manos la decisión a que pacientes dar prioridad en procesamiento de las muestras, ya que todos desde el punto de vista ético,  tienen la misma prioridad; por tal razón se presenta un dilema, y el bacteriólogo debe decidir en base muchas veces, a las condiciones de los pacientes, hasta el momento de en qué las políticas sanitarias sean más justas para disminuir las desigualdades (7).

     Es de destacar que son muchos los factores bioéticos que se encuentran dentro de la bacteriología clínica, ya que por ser una actividad íntimamente relacionada con el diagnostico de infecciones bacterianas en una gran variedad de pacientes, tiene en si una gran responsabilidad, que requiere una gran capacidad de reflexión no solo de los procesos infecciosos, sino de las características de los pacientes que día a día ponen en sus manos sus esperanzas para su pronta sanación, lo que significa que más allá de ser un buen profesional, se necesita de un individuo con alta calidez humana, comprometido con todos los niveles de vida, en sus diversas manifestaciones.

Referencias Bibliográficas

1) Maglio F. Revista Argentina de Cardiología. Julio-Agosto 2001, Vol 69, Nº 4.

2) Bioética. Temas y perspectivas. Publicación científica N° 527. Organización Panamericana de la Salud. Washington DC, 1990.

3) Gracia Guillén D. Ética médica. Madrid, Eudema; 1991.

4) Mainetti JA. Bioética ilustrada. La Plata, Quirón; 1994.

5) Romero G, Palencia A, Vargas M, Aular Y. Bioética, una necesidad en la formación del Licenciado en Química de la Universidad de Carabobo. Revista Educación en Valores. Universidad de Carabobo. Julio-Diciembre 2007 Vol. 2Nº 8.

6) Testa, M. La capacitación la enseñanza y la investigación para una política de reconstrucción nacional en el área salud, Junio 1973, pag. 6.

7) Malfatti, M. Ética médica. Suplemento del Diario del Mundo Hospitalario. Abril 2005. N° 38.

8) Código de ético y Deontología del Bioanalista en su Ejercicio Profesional. Venezuela.

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